En estos documentos papales encontrará el lector una síntesis sobre santa Teresa como mujer excepcional, maestra de oración, doctora, hija de la Iglesia. Mujer pletórica de humildad —que no es sino andar en verdad— sencilla y llena de vitalidad, fundadora y reformadora.
Ávila, que vio nacer a santa Teresa, conserva los recuerdos más entrañables de esta gran santa Teresa española: la Iglesia de la santa Teresa dónde nació, el monasterio de la Encarnación donde ingresó para ser monja, la Virgen de la Caridad en la Catedral o el monasterio de San José de donde saliera esta "fémina inquieta y andariega" a fundar por toda España. Sus torres y muralla evocan al viajero ese castillo interior que es el alma y en cuyo centro Dios tiene su morada.
Teresa de Jesús, primera Doctora de la Iglesia, es para la Iglesia y para el mundo de la cultura una figura cumbre. Ella unió la santidad con las cimas más altas de la mística. La calidad de sus obras literarias, la finura de su estilo, su singular testimonio espiritual, y hasta su simpatía de mujer de poderosa inteligencia, sensibilidad exquisita y realismo, son un ejemplo para nosotros.
Pero, ante todo, santa Teresa es madre y maestra de oración. Por medio de la oración Teresa buscó y encontró a Cristo y se lo dio a conocer a cuantos la trataron. Su vida, dedicada a la contemplación, estuvo siempre comprometida con la acción.
Es modelo y estímulo para no caer en la tentación de descuidar la vida interior, seducidos por el activismo de la vida moderna que nos lleva a perder los verdaderos tesoros de nuestra alma.
La oración es "el gran bien que hace Dios a un alma que la dispone para tener oración con voluntad..., que no es otra cosa la oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama".
Hija de la Iglesia. Antes de su último suspiro y como resumen de su vida, que había entregado sin reservas a la iglesia, pudo exclamar: "En fin, soy hija de la Iglesia".
La espiritualidad de santa Teresa, su clarividente impulso renovador, su fidelidad a la Iglesia y su profundo humanismo no son algo del pasado, sino un mensaje actual y vivo, que es necesario proyectar sobre nuestro mundo.
Ante el reto de la Nueva Evangelización, recordemos como Teresa de Jesús deseó participar activamente en la formidable empresa evangelizadora de la América recién descubierta. Desde su condición de mujer, se determinó a hacer todo lo posible — "hacer aquel poquito que estaba en su mano"—. Llevada por un designio providencial, con su labor de reformadora y fundadora de monasterios, puso en primer plano los horizontes del espíritu.
Santa Teresa es maestra de vida cristiana para el hombre de nuestro tiempo. En una sociedad carente de valores espirituales, Teresa nos enseña a ser testigos incansables de Dios que habita en lo más hondo de nuestro corazón. Que el ejemplo de esta Santa contemplativa y activa nos impulse por caminos de oración para ser amigos fuertes de Dios y llevar su amor a los demás con obras concretas.
Mª DEL ROSARIO SÁEZ YUGUERO,
Rectora de la Universidad Católica Santa Teresa de Jesús de Ávila
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