Cuando el 13 de mayo de 1978 el Papa Pablo VI ofició en San Juan de Letrán el funeral de Estado por el alma de Aldo Moro, antiguo presidente del Consejo de Ministros italiano y entonces presidente de la DC, asesinado el 9 de mayo tras un cruel secuestro que se prolongó durante 55 días, le calificó como un hombre "bueno, humilde, sabio, inocente y amigo". El propio Aldo Moro sostenía que la política obedecía a la necesidad de testimoniar, sobre todas las cosas "la verdad de la belleza de la vida". Y que era necesaria "una nueva política para los nuevos tiempos" en donde los cristianos tenían el deber de hacer suyas las exigencias y las necesidades de una humanidad en plena transformación. 

El Papa Francisco proclama en su Carta Encíclica Fratelli tutti la necesidad de "la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común". La Red fratelli. Fraternidad y política, surge como una iniciativa de cristianos que hacen suyo el llamamiento de Francisco para avanzar desde el amor social al amor político, y se dirige muy especialmente hacia los jóvenes que conciben la actividad política como la respuesta a su vocación por el servicio público. Que saben que la humanidad avanza a través de su compromiso, es decir, a través del amor político. 

Y avanza en la caridad y en la amistad social, desde el reconocimiento de la legitimidad de las formas plurales de militancia política y partidaria que persiguen la construcción de la civilización del amor. Avanza para compartir un espacio permanente para el encuentro, el diálogo y el debate. La Red fratelli quiere ofrecer ese espacio libre, abierto y para la incomodidad, en el que, como cristianos, asumamos nuestro deber de construir ideas y propuestas al servicio de la persona y de la comunidad. 

Marc Sangnier definía a la democracia como "el poder del pueblo para la libertad". Aldo Moro añadiría que la democracia es una realidad dinámica, y por eso se encuentra siempre "incompleta", en permanente construcción, necesitada de la presencia y participación de la ciudadanía.  La participación es,  también,  uno de los nombres contemporáneos del amor.