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CONCLUSIONES: CONGRESO INTERNACIONAL: "LA CORONA Y LOS PUEBLOS HISPANOAMÉRICANOS"

 

El Seminario de Historia "Cisneros” de la Fundación Universitaria Española organizó los días 18 y 19 de noviembre un Congreso Internacional dedicado a la Corona y la comunidad Hispánica de Naciones. Este congreso analizó, desde diferentes dimensiones y ámbitos, el papel que tuvo la Corona española en la llegada de los españoles a América y en la conformación de los diversos pueblos con la condición de hispanoamericanos para ofrecer una novedosa y renovada visión de conjunto de este importante acontecimiento histórico. Además, se analizaron los escenarios de futuro para España en su relación con las naciones iberoamericanas.

 




CONCLUSIONES 
 CONGRESO INTERNACIONAL "LA CORONA Y LOS PUEBLOS AMERICANOS”













CONCLUSIONES

CONGRESO INTERNACIONAL "LA CORONA Y LOS PUEBLOS AMERICANOS”

Seminario de Historia Cisneros - Fundación Universitaria Española

Se clausura el Congreso "la Corona y los pueblos hispanoamericanos” en la FUE, Madrid.

Distintos ponentes bajo la dirección del Dr. José Luis Sánchez han tratado el tema de la leyenda negra y la importancia de la corona hispánica como embajadora en el mundo de los derechos de los pobladores originales de las tierras americanas.

  • El Rey de España lo era de los Reinos de América: Las Españas.
  • La Corona no permitió colonias, si no provincias o reinos de Ultra mar.
  • La Escuela de Salamanca y las Leyes de Burgos fundamentaron los derechos de los indios y su dignidad de personas.

En relación con las universidades, sucede algo en contraste con las colonias inglesas de Norteamérica. De esta manera, la Real y Pontificia Universidad de México y la Universidad San Marcos de Lima se fundan en 1551, mientras que la Universidad de Oviedo, por poner un ejemplo, se inaugurará en 1574.

En el caso norteamericano, la creación de universidades todavía dista más en el tiempo, tomando como ejemplo la aparición de dos de los centros más prestigiosos del país, Harvard y Yale, fundadas en 1636 y 1701 respectivamente[1].

La universidad o la imprenta, que llevó siempre la Iglesia consigo allá donde ésta estuviera, son dos testimonios que muestran hasta qué punto la construcción de ese nuevo mundo se hizo de manera armónica con la propia de España como proyecto común, como proyecto Nacional. Ciertamente, "es asombroso lo que España hizo en menos de un siglo, con las técnicas elementales de esa época. Se trata de un despliegue de eficacia sin comparación”[2].

En cuanto al reconocimiento de los derechos fundamentales de los nativos "como el derecho a la vida, a la propiedad de sus tierras o a rechazar la conversión por la fuerza”[3] promoviendo los Reyes Católicos una legislación novedosa para su época donde nunca fue aceptada la esclavitud. La fe era propuesta con la necesidad de aceptación de parte del que la acogiera.

Respecto al tema de la mujer, la empresa española en ultramar le ofreció, desde muy pronto, un marco más favorable que la metrópoli para su desarrollo personal y profesional.

Las mujeres encontraron en América la oportunidad de gestionar su patrimonio, prestar su beneficio a cambio de un interés o desarrollar oficios como educadoras, impresoras, practicantes, patronas y parteras, entre otros, formando parte del entramado económico y social de una nueva sociedad.[4]

Se considera a la Escuela de Salamanca y a Vitoria como fundadores de los Derechos Humanos, de los derechos de gentes y del derecho internacional.

Son adelantados para su tiempo, de tal manera que, a través del pensamiento y las nuevas estructuras del derecho, influyen en los Reyes consultándoles y legislando según estos avances.

En este momento, desde la búsqueda de la Verdad, la cosmovisión cristiana enarbola las banderas de las libertades y tiene en cuenta, por encima de todo, la dignidad de todo ser humano. Llegando a legislar, a principios del siglo XVI, sobre el matrimonio interracial que no fue legal en todos los estados de Estados Unidos hasta hace 55 años (1967).

Comenzó a reivindicarse en América una especie de indigenismo[5], que llega hasta nuestros días.

Ciertamente, reivindicar el indigenismo supone no haber hecho una síntesis adecuada de aportaciones tan importantes como la rueda, el sistema métrico, el sistema numérico, las ciencias experimentales, las letras o las plásticas, entre otras[6].

Los padres de Salamanca llegan a decir que, junto a la Evangelización, se lleva a América la conceptualización.

En este sentido, cuesta creer que todavía haya quienes desean volver a un estadio primitivo de desarrollo, habiendo experimentado los beneficios que se derivan de un proceso histórico coherente.

El prestigioso hispanista británico Joseph Pérez, biógrafo de Felipe II, asegura que, a nivel académico, todos los historiadores, sean o no españoles, están de acuerdo en "subrayar que todas las acusaciones que contiene la Leyenda Negra son falsas, de mala fe y muy exageradas.”[7] No se explica por qué nunca hubo una leyenda negra sobre Portugal, Inglaterra, Holanda, etc.

Otro factor determinante es el económico. Deslegitimar la presencia española en América era legitimar el acoso y robo de sus navíos. De hecho, una de las protagonistas de esta leyenda, la Corona Inglesa, verá con preocupación la influencia española en sus colonias norteamericanas, que suponían pingües beneficios económicos.

 

EL INJERTO ESPAÑOL: VOCACIÓN Y MISIÓN.

Pero por encima de toda leyenda, por encima de todo error o malentendido, hay una realidad innegable sustentada en las numerosas aportaciones materiales, culturales, artísticas y sociales que supuso la empresa española en América. Y esta realidad, que con el tiempo se ha ido corroborando, es la innegable herencia española que ha permanecido durante siglos, propiciada por una colonización que en nada se parece a la realizada por otras potencias a lo largo de la historia; cuando no quieres a alguien no te mezclas, y mucho menos te injertas. Sirva para ilustrar esta idea un texto de Julián Marías, publicado en el ABC en el año 2001:

"Lo que se realizó por Inglaterra, Holanda y Francia fue algo que se puede nombrar con una sola, sencilla y expresiva palabra, una imagen botánica: trasplante. Se trató del traslado a suelo americano de pequeñas sociedades europeas para establecer otras sociedades, igualmente europeas, cuya relación con el Nuevo Mundo era solamente territorial, sin apenas conexión con las poblaciones aborígenes. En cambio, España llevó a cabo una operación botánica bien distinta: un injerto. Esto, que ha llegado a ser el procedimiento capital usado en agricultura, consiste en la introducción en una planta, de elementos vivos de otra, normalmente yemas; la planta receptora sigue siendo lo que era, si bien modificada —se espera que para bien—. Las sociedades americanas existentes, algunas de considerable extensión, madurez y desarrollo, otras más elementales y en relativo aislamiento, siguieron siendo sociedades americanas, no europeas ni españolas, pero ciertamente hispanizadas”.[8]

Con esta brillante descripción del proceso realizado, se entiende por tanto el hecho de que América, esa América hispanizada, comprende millones de descendientes de los habitantes originarios, amén de otros millones de mestizos que simbolizan la dimensión biológica de dicho injerto, de la fusión de una cultura con otra, resultando una simbiosis bidireccional que enriqueció a ambos territorios.

Las diferencias, por tanto, con otros procesos colonizadores que se han sucedido a lo largo de la historia de la humanidad, son evidentes. De hecho, es de vital importancia señalar que los territorios hispanoamericanos nunca se concibieron como colonias, hasta el punto de que esta misma palabra fue adoptada por los independentistas hispanoamericanos, tomando el modelo de las colonias inglesas y francesas en Asia y África durante los siglos XVIII y XIX. Los territorios de ultra mar fueron, por tanto, "provincias o reinos, pertenecientes a la misma Corona; es decir, países con el mismo Rey”[9]. Es significativo apuntar que todavía hoy, los hispanoamericanos hablan de sus "progresistas antepasados españoles”.

No podemos dejar de afirmar, con Julián Marías, que "Sin América, España no es inteligible; y no basta con tener en cuenta el mundo americano como un apéndice o un complemento, sino que hay que dar razón de él, a la vez, si se quiere comprender la realidad efectiva que fueron las Españas: toda consideración aislada de España o de la América hispánica está condenada al fracaso, renuncia automáticamente a entender”[10]. Y hoy, sin España, América no es inteligible, ya que sin su síntesis no tendría la misma visión y vocación.

Convendría resaltar la necesidad de una nomenclatura generalizada en lo referente al nombre con el que se denomina el territorio español en el continente americano. A este respecto, Julián Marías afirma: "para los países hispánicos de América, la mayor tentación ha sido el intencionado mito de Latinoamérica, palabra acuñada con propósitos políticos a mediados del siglo XIX, y cuya falsedad se revela por el hecho de que nunca se incluye a Quebec; esa expresión finge una unidad suficiente sin referencia a España, es decir, al principio efectivo de vinculación de sus miembros entre sí. Si se elimina el ingrediente español en los países hispánicos, se volatiliza toda conexión social que pudiera llegar a articularlos en un mundo coherente”[11].

Por ello, el nombre que mejor refleja esta realidad sería el de Hispanoamérica porque así se llamó la península donde hoy siguen viviendo españoles y portugueses.

Uno de los participantes en el Congreso, en el debate, afirmó algo que debemos tener en consideración. Los descendientes de los nativos americanos del norte, se encuentran en reservas; mientas que los descendientes nativos de los territorios a los que llegaron los españoles, se encuentran dirigiendo sus naciones.

 

[1] González Fernández, E. Pensar España con Julián Marías. Madrid, 2012, RIALP. p. 71

[2] Ídem.

[3] Fernández Manjón, D. La identidad europea, la aportación española. Visión libros, Madrid, 2008. p. 180 30Woods, T. Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental. Ciudadela libros, Madrid 2007. p. 175

[4] Un análisis pormenorizado de esta situación se encuentra en la obra de Morant, Isabel, Et Alt., (2005), Historia de las Mujeres en España y América Latina, V. I. Madrid, Ediciones Cátedra, Grupo Anaya

[5] Según la RAE, la voz indigenismo significa:

  1. m. Estudio de los pueblos indios iberoamericanos que hoy forman parte de naciones en las que predomina la civilización europea.
  2. m. Doctrina y partido que propugna reivindicaciones políticas, sociales y económicas para los indios y mestizos en las repúblicas iberoamericanas.
  3. m. Exaltación del tema indígena americano en la literatura y el arte.
  4. m. Vocablo, giro, rasgo fonético, gramatical o semántico que pertenece a alguna lengua indígena de América o proviene de ella.

[6] "a principios del S.XX, el indio seguía siendo en la literatura un elemento exótico que tenía su referente en los modelos europeos, pero que también era un reflejo del viejo e inmovilista modelo social” Cfr. Veres, L., Relectura del indigenismo, en Espéculo: Revista de Estudios Literarios, Nº. 38, 2008. Recuperado el 25 de noviembre en: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero38/reindige.html

[7] Perez, J. Artículo ABC, 2009.

[8] Marías, J. El Nuevo Mundo: trasplante o injerto. ABC, 22-3-2001

[9] González Fernández, E. Pensar España con Julián Marías. Op. Cit. p. 73

[10] Marías, J., La España inteligible. Alianza Ed., Madrid, 2005. p. 396

[11] Ibid. p 414.